Liderazgo
Hola, diario. Me porté mal. Lo confieso. Armé un quilombo tremendo. Es que después de que te escribí ayer, seguí reflexionando sobre estas diferencias entre el hombre y el perro. Y creo que ya me porté muy bien durante un mes. Es hora de demostrar quién es el líder de esta jauría de dos. Pablo es muy cariñoso, muy amable, siempre está bien dispuesto, me da con todos los gustos… es el “room-mate” ideal. Pero decime la verdad, no es para líder. En la casa somos dos y tiene que haber un macho alfa. Bueno, decidí que seré yo. De ahora en más, yo voy a mandar en este departamento. Está bien que él vaya a trabajar, consiga el alimento y favorezca a mis derechos adquiridos. Pero seré yo quien diga lo que hay que hacer.
Bueno, como para que se de cuenta de mi decisión hice dos cosas que no le cayeron muy bien. Hice pis en sus taaaaaaan queridos videos. Me salió más o menos porque cuando llegó ya se había secado, pero igual se dio cuenta al poco tiempo por el olor. Parece que algo de olfato tienen los seres humanos. Se enojó muchísimo e hizo algo humillante. Me refregó el hocico en el pis. Para mí no es asqueroso, pero confieso que me sentí humillado. Me enojé yo también. Estuvimos sin hablarnos un buen rato.
Luego se fue y no me dio ninguna golosina, como suele hacer. Creí haber perdido la primera batalla.
Estuve pensando qué otra cosa podía hacer. Asomé el hocico sobre la mesa y casi me tuve que parar en puntas de pie para mirar bien. Sobre la mesa había unos papelitos alargados y duros que tenían imágenes medio borrosas. Había muchísimos. Pilas de ellos. Entonces pensé que serían un buen ejercicio para mis dientes. Los fui alcanzando de a poco, y jugué a que eran unos bichos inmundos a los que tenía que despedazar. Eran cientos y quedaron descuartizados por todo el living. “Ahora sí vas a ver quién es el líder”, pensé. Pero con onda, viste... No es que no quiera a Pablo, simplemente lo hice porque hay roles que tienen que quedar claros de entrada para una mejor convivencia… ¿Está mal lo que pienso?
Pablo llegó y se puso pálido. Empezó a exclamar cosas. Creo que eso que rompí se llamaban “negativos” y también dijo “fotos”. Ah… también dijo “Europa”. Parece que era algo muy valioso para él porque, luego de haberse quedado petrificado, agarró un diario, lo enrolló y me pegó en la cola. ¡Y podés creer que me echó al balcón!
Me quedé espiándolo desde afuera y vi cómo recogía los “negativos” y se agarraba la cabeza con desesperación. Creo que tenía ganas de llorar, pero de la bronca. Creo que me zarpé.
Cuando me dejó pasar le quise dar unos besitos, pero me los rechazó. No me habló más. Se fue a dormir enojadísimo.
Tendré que pensar otro plan un poco menos traumático.
Liderazgo 3
Hola, diario. Creo que llegué muy lejos con esto de querer ser el líder de la casa. Esta vez no sólo desparramé toda la basura por toda la casa e, incluso, sobre la cama. Por las dudas que no diera resultado, me las tomé con algunos de los objetos quePablo más quiere. De paso, me aseguraba de que me quiera a mí más que a nada. Sobre una repisa tiene una gran colección de muñequitos... de juguetitos que seguramente son de cuando era chico. Sé que cada uno tiene su nombre: Batman y Robin, Blancanieves, los enanitos, Mickey, Donald, Pluto y no me acuerdo más... pero son muchísimos. Primero me comí al tal Robin. Lo mastiqué bien y me lo tragué. Después le corté la cabeza al enanito con cara de dormido de un solo mordisco; le arranqué una oreja al tal Mickey y me la comí; y desfiguré a un Donald que tocaba un instrumento raro (creo que se llama gaita).
Pablo se enojó muchísimo. Nunca lo vi tan furioso. Ni siquiera me pegó, pero cuando estiró la mano para tomarme del collar, le mordí un dedo. Sangró un poquito. Hubo un silencio largo. Creo que le saltaban las lágrimas, con una mezcla de furia y tristeza. Me tomó del hocico para evitar que abra la boca nuevamente y comenzó a gritarme: "¡¡¡Eso no se hace!!! ¡¡¡No lo vuelvas a hacer nunca más!!!". Los ojos le estallaban. Me asusté muchísimo. No sabía si me iba a pegar o se moriría de un infarto. Estuvo un buen rato sosteniéndome así y gritándome. Volví a dormir toda la noche en el patio. Creo que se me fue la mano. Temo lo peor.
Lección de vida para ambos
Estuve toda la noche sin pegar un ojo. Muy afligido. Creo que esa idea mía de ser el líder fue un error. No sé cómo se me ocurrió. Era claro que el líder era él… o no había líderes… ¿Era necesario un líder? Lo que sea, supe que había arruinado todo. Logré lo que desee durante mucho tiempo: un ser humano al que amar, una casa, una familia, comida, cuidados… y todo tirado por la borda, por una loca idea que no sé de dónde la habré sacado.Me pareció escuchar que Pablo estuvo llorando. Antes había hecho un llamado telefónico. No sé a quien, pero se lo veía muy mal. Lo supe: para él lo nuestro había sido un fracaso. Puso todas las expectativas en que mí como su amigo eterno y le fallé. Me siento de lo peor. No es ley de un perro fallarle a su... no sé por qué me salió la palabra "amo".
Así, con esa tormenta de pensamientos en mi cabeza, dormí sólo de a ratos... y me despertó el sol. No sé por qué intuyo quePablo tampoco durmió nada. Te lo puedo asegurar. Otro motivo para darme cuenta del error. Teníamos una conexión a distancia, energética, de hermanos. Eso es amor.
Lo vi aparecer, desde ahí afuera, con pasos pesados y rostro devastado. Nos observamos un rato. Traté de pedirle perdón con la mirada, pero la de él era distinta. Era de dolor, estaba dibujado el fracaso. Me abrió la puerta del balcón y entré contento, pero no pude evitar que mi cola se meta entra mis patas. Estaba prácticamente pegada a mi panza, con ese rulo que tanta gracia le hace a él. Me acerqué, se inclinó hacia mí y me habló. No sé qué me dijo, pero estaba muy mal. Desee no verlo nunca más así. Le salían lágrimas de los ojos y me explicaba algo. Me dio besos en la cabeza, pero eran distintos. Ahí nomás tomó una mochila y empezó a guardar mis pocas pertenencias: el plato del agua, el de la comida, una bolsa con alimento, a "Osito" y una pelota con la que jugábamos siempre. Escuché que dijo MAPA y ahí entendí todo. Esa era una separación. Iba a volver al lugar de donde me sacó. Me maldije por haber planeado toda esa situación absurda e, instintivamente, salté a sus hombros y lo abracé y no paré de darle besos. Y mientras le lamía la cara y sentía el sabor salado de sus lágrimas, lo miraba profundamente y le decía: "Por favor, no. Prometo que me voy a portar bien". Aprendí a quererlo demasiado durante este mes. No podría deshacerme de él. No me imagino así la vida. Se puso a llorar desconsoladamente y me abrazó fuerte. Se quedó sentado en el piso, con una mano en su cara y el otro brazo sobre mí. Nos quedamos así un buen rato, abrazados. Dentro de mí me juraba profundamente que nunca más pensaría en emancipaciones pelotudas, en el dominio o en el poder. Siento que él es mi amo, pero él dice que es mi amigo. Creo que esa es la respuesta.
Me volvió a abrazar y entendí muy claramente lo que me dijo: "Portate bien, por favor, te lo pido"... con su rostro todo húmedo. Sacó mis cosas de su mochila, las puso otra vez en su lugar y, cuando tuvo la pelota entre sus manos, la arrojó a la otra punta del departamento para que la fuera a buscar.
Creo que en esa corrida estuvo sellado para siempre uno de los instantes de mayor felicidad de mi vida. Me di cuenta de que somos verdaderos hermanos de sangre. Nunca nos vamos a separar. Los dos aprendimos. "Para siempre", es la promesa.
Palabras
Hola, diario. Volvimos a la normalidad. Nos despertamos como siempre, con el mismo ritual, como me gusta a mí. Soy un bicho de costumbres. Lo primero que dice Pablo a la mañana es: "¿Nos tomamos unos mates?". Y yo sé que eso significa ir a la cocina, que él se prepare eso que toma (y cuyo olor no me inspira nada), y que ligue algunos pedacitos de galletitas con queso untable.
Con esto te quiero contar que ya me aprendí muchas palabras. Él se pone contento cuando se da cuenta de que sé diferenciar entre "Osito" y "pelota". Básico. Pero bué... lo hago feliz siempre y pongo cara de sorprendido cada vez que me desafía a que diferencie una cosa de otra.
Mis palabras favoritas son: calle, vamos, comida, hambre y besito.
Cuando dice "vamos" o "calle", empiezo a los saltos y, con el hocico, voy señalándole la remera*, el pantalón y la campera*. Hasta que se viste completamente y salimos.
Y en la calle, me está enseñando palabras nuevas: "Vení" y "Vamos", pero con otro significado. Cuando llegamos a la esquina dice "vení" y me tira un poco de la correa hacia él. Yo por las dudas, me quedo parado. Y cuando dice "vamos", se supone que podemos cruzar. Yo le hago caso porque esos artefactos a los que les llaman autos (y taxis... ¡Vivan los taxis!) son un poco peligrosos. Y ni hablar de esos que son enormes y llevan mucha gente adentro.
Los otros días me di cuenta: me está enseñando a cruzar. Espero aprender pronto, tengo que ser diez puntos.
¿Compartir cariño? Jamás
Hola, diario. Ayer me puse contentísimo porque Pablo me dijo que iríamos a visitar a sus padres. Yo ya te conté que su madre me cae fenomenal. Me dolía un poco la panza, pero nada grave. Cuando salimos a la calle, caminé 30 metros e hice caca. Ahí me di cuenta por qué me dolía la panza. Salió el tal Robin que me comí hace unos días. Con su mano en alto y su cara masticada. A Pablo le vinieron horrorosos recuerdos y se le transfiguró la cara, pero le bajé las orejas para que se apiade y me regaló una sonrisa. ¿Olvidado? Olvidado.
Ya me sé el camino y, cuando estamos a sólo dos calles, me empiezo a excitar y me dan ganas de llegar corriendo. Y cuando llego me pongo a revistar toda la casa, a olfatearla por todos lados para saber qué pasó en los últimos días. Pero qué tonto que fui. Me olvidé que allí también vivía la tal Zsá Zsá. Cuando asomé el hocico debajo del sillón, ahí me dio un manotazo con esas uñas ganchudas que nunca se corta. Me dolió. Te juro que me dolió. Por eso pegué un chillido. Entonces, tanto los padres dePablo como él, retaron fuerte a la gata antipática, que salió corriendo y se fue a esconder a una habitación.
Estuvo buena la visita porque me dieron pedacitos de pan, un par de fideos y una zanahoria (me encantan y dicen que hacen bien a la vista). Pero a medida que iba pasando el tiempo, Zsá Zsá volvía a ganar territorio y se metía entre nosotros como si no existiera. Y si yo asomaba el hocico me hacía: "Fssssssss". Una conchuda... disculpame el léxico, pero me cae terriblemente mal. Lo peor de todo es que la quieren. Me dieron unos celos tremendos verla en las rodillas de Tina y Saúl. Creo que si hay algo que nunca voy a aprender es a compartir el cariño. No hay derecho. Yo me encontré a estos seres humanos, andá vos a buscarte los tuyos. ¿O está mal? De todos modos me di cuenta de algo importante: Zsá Zsá llegó primero. Tengo que aceptarlo. Es así. Dejé que la mimen un poco pero, de bronca, fui a la cocina y le comí todo el paté.
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